JOURNAL OF SCIENTIFIC METRICS AND EVALUATION

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Epistemología de izquierda y ética de derecha en las universidades públicas


Left-wing epistemology and right-wing ethics in public universities

Daniel Alarcón Osorio1*, Mauricio Bahid Gonzales Soria2


  1. Universidad de San Carlos de Guatemala, Ciudad de Guatemala, Guatemala

  2. Investigator. Bolivia,


* Corresponding author email address


Cita sugerida (APA, séptima edición):


Article

Abstract

Palabras claves: educación superior; crisis, desafíos, recomendaciones.


Historial del artículo

Recibido: 16 de febrero de 2024;

Revisado: 15 de marzo de 2024;

Aceptado: 02 de abril de 2024;

Publicado: 28 de junio de 2024

La educación superior atraviesa crisis histórica y cambio de época. Crisis cuyas características son pérdida en la visión de que la educación tiene y deber ser un proceso, en lugar de un producto. Esta crisis de la educación superior tiene consecuencias negativas en la sociedad, puesto que reduce oportunidades de desarrollo de los estudiantes y el progreso de la sociedad en su conjunto. Analizar la crisis de la educación superior e identificar los factores junto con los impactos que contiene, permite proponer recomendaciones específicas para enfrentar y superar la crisis.

Copyright ©2024 by Author(s); This work is licensed under a Creative Commons Attribution-ShareAlike 4.0 International License. All writings published in this journal are personal views of the authors and do not represent the views of this journal and the author's

                                                           affiliated  institutions.                                                  


Article

Abstract

Keywords:

higher education, crisis, challenges, recommendations.

Article History

Received: December 20, 2023;

Revised: January 15, 2024;

Accepted: February 02, 2024;

Published: February 28, 2024;

Higher education is facing a historical crisis and a change of era. The characteristics of this crisis are the loss of the vision that education is and should be a process, rather than a product. This crisis in higher education has negative consequences for society, as it reduces opportunities for student development and the progress of society as a whole. Analyzing the crisis in higher education and identifying the factors along with the impacts it contains allows for the proposal of specific recommendations to address and overcome the crisis.

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INTRODUCCIÓN

La educación superior, pilar fundamental indiscutible para el desarrollo social, político y económico de las sociedades. Sin embargo, la educación superior atraviesa una profunda crisis histórica en un cambio constante. Crisis que está caracterizada por pérdida de la visión y puesta en práctica de la educación como producto, en lugar de proceso.

La educación como proceso está referida al desarrollo permanente y continuo de las capacidades, conocimientos y habilidades de los estudiantes (actitudes, conductas y mentalidades), para lo humano y lo profesional. Es decir, para la vida en su conjunto.

La educación como producto nada más es la obtención de un título o certificado, la cual refiere que se ha obtenido un título o certificación sobre un determinado programa de estudios. La crisis de la educación superior tiene trascendencia e impactos negativos para la sociedad: limita oportunidades de transformación de estudiantes e influye en el progreso de la misma a todo nivel. La crisis de la educación superior es originada por factores, tanto internos como externos. En lo que se refiere a factores internos:

De ahí, se tiende a asegurar que pocos son los que pueden escribir, por considerar todavía de forma absurda que genios solo los elegidos, como que todo fuera determinado. El ser humano ha sido formado a imagen y semejanza de los profesores y autoridades, lo que ha limitado a muchos en su formación y desarrollo humano y profesional. Observar que dentro de las universidades se ha eliminado la tesis ad gradum para contar con más estudiantes, quienes han sido incapacitados por el mismo sistema educativo y los profesores y autoridades, por la visión reduccionista sobre la lectura y la escritura y su relación vital con la investigación. Para que un sistema educativo sea de calidad, es necesario contar con profesionales calificados, actualizados, especializados en áreas del conocimiento y con competencias apropiadas y propias de los procesos y acciones que lo educativo necesita y demanda en el siglo XXI.

La escuela primaria es determinante en la generación de hábitos de lectura y escritura. La lectura y la escritura no son exclusivas de los cursos o asignaturas de Idioma Español y Literatura, y ahora Comunicación y Lenguaje. La formación secundaria tiene que mejorarse y fortalecerse desde el compromiso y responsabilidad de la universidad al formar profesores y funcionarios para los sistemas educativos públicos o privados. La lectura y la escritura atraviesan toda la formación del ser humano, sin importar carrera, materia o curso. El uso de la tecnología no garantiza éxito educativo ni académico.

Las universidades deben formar a nuevos formadores como nativos y no inmigrantes de la lectura y la escritura ni de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, preparados para lo asincrónico, sincrónico, semipresencial y presencial. Se considera con ingenuidad que leer en pantalla es mucho mejor que en papel. En pantalla se lee de forma vertical, mientras que, en

papel, de forma horizontal. La pregunta es: ¿y si no hay hábito de lectura, mejora el uso de la tecnología?

Según Machicado Quispe (2017), los hábitos son formas adquiridas de actuar que se ejecutan de forma automática. El hábito de lectura es una acción o un conjunto de acciones que se convierte en una actividad automática. Asimismo, la formación de hábitos no es sencilla, y requiere tiempo y esfuerzo. Por último, es necesario que el estudiante conozca los resultados que va obteniendo en la realización de la acción de leer y estudiar, además de la práctica. La lectura literaria genera mayor lenguaje al articular pensamiento y realidad, y aumento de vocabulario. Pasos previos y determinantes para la construcción de nuevos sentidos y significados necesarios para el fortalecimiento del pensamiento crítico.

Contar con un equipo tecnológico de punta, es necesario, pero sin renovación de prácticas culturales y educativas, es más de lo mismo. Pasar del libro de papel a la lectura en pantalla es un salto importante, pero debe darse con calidad y hábito de lectura. Comprobado está, que quien no lee no escribe, ni puede seducir con procesos inéditos lo que no vive como práctica cotidiana. Leer exclusivamente lo de su trabajo o profesión, no es ser un lector, eso es su obligación.

Dentro de las instituciones académicas y educativas, se cuenta con muchos profesores con suficientes "títulos", pero que son tipo Wikipedia o Internetianos. En su hacer educativo, entregan y entregan materiales para leer que ni han leído; luego hacen exámenes tradicionales o piden ensayos que no saben ni ellos escribir, basta con leer sus tesis. Práctica nociva, donde solo se replican contenidos y el docente no realiza ninguna aportación. Por eso, no se hace investigación en el sistema educativo ni dentro de las instituciones académicas y culturales, ni se producen materiales diferentes, menos nuevos. Observar cómo todavía se adaptan materiales de otras realidades, resulta lamentable.

El peso único de la razón ha atrofiado la conversación de los sentidos ante la domesticación de las pasiones realizada en nombre de la Pedagogía y de otras áreas del conocimiento como única salida, obviando el aporte ontológico, epistémico y metodológico de otras ciencias. En razón de ello, todos hablan con cierta dosis de autoridad y propiedad cuando de educación, salud, empleo y seguridad se trata. Sin embargo, para educación, nadie dice cómo hacerlo, pues se espera que sean los profesores los únicos que cambien.

Cuando el hecho educativo y los profesores están sumergidos en factores de infraestructura, libros de texto, bibliotecas, modalidades de trabajo, bajos salarios e incentivos desmotivantes, y con población estudiantil con problemas severos de desnutrición y desintegración familiar estudiantil, inseguridad, más las variables macro y microeconómicas (sin desaparecer la pobreza y la desigualdad aumenta) cuyo accionar dependen de lo político o coyuntural, pese a que la educación es trascendental en el desarrollo social, político y económico de la sociedad, pocos avances se dan. Negar y echar la culpa es sencillo, cuando se puede ser parte de la solución. Antes de los profesores, hubo un sistema educativo conformado por autoridades educativas que los formó y una sociedad nacional e internacional que lo avaló, y que se deja de lado.

En suma, las universidades se encuentran ante la necesidad de un cambio estructural que requiere existan políticas públicas que establezcan las condiciones necesarias para desarrollar procesos educativos en diferentes niveles, donde también los docentes e investigadores reorienten la metodología de enseñanza y trabajen en fortalecer al estudiante que primero es una persona que luego en el presente y futuro seguirá aportando a la sociedad y debe hacerlo como buen ciudadano.

Según Cullen (2019), la vocación, profesionalismo, compromiso y acción de los profesores están en juego. Entender la docencia como "virtud" es calificar su profesionalidad como moralmente buena, y el entender esta virtud como "ciudadana" es calificar su práctica como éticamente justa.

Postmodernidad

El posmodernismo es un movimiento filosófico, cultural y artístico que surgió en la segunda mitad del siglo XX, en respuesta a las ideas intelectuales y filosóficas modernas.

Desde una perspectiva filosófica, el posmodernismo rechaza las denominadas metanarrativas. Las grandes narrativas que dan significado a la condición humana y a la historia. Por ejemplo: liberación, progreso, razón, humanismo y justicia social. Para el posmodernismo, las metanarrativas son construcciones sociales que no se basan en la realidad objetiva. Por tanto, son controvertidos y pueden ser cuestionados (Lyotard, 1984). Desde una perspectiva sociológica, el posmodernismo se caracteriza por la diversidad y el pluralismo. En los tiempos modernos, la sociedad está dividida en grupos sociales con diferentes valores, creencias y estilos de vida. El posmodernismo afirma que estas diferencias están desapareciendo. En los tiempos modernos, las culturas también están separadas unas de otras. El posmodernismo cree que la globalización provoca hibridación cultural o la mezcla de muchas culturas diferentes (Appadurai, 1996).

El posmodernismo ha tenido una fuerte influencia en muchos aspectos de la realidad y la vida cotidiana. Su contribución, las divisiones sociales, las crisis de identidad y la relativización de los valores.


Educación y democracia

La democracia educa y la educación democratiza al hacer ciudadanía desde lo local, nacional, global. Uno de los aportes importantes de la postmodernidad ha sido la democratización del conocimiento, lo que permite discutir y tratar temas que antes eran considerados solo asunto de especialistas o autoridades. Aporte significativo, ya que, en el futuro, la actividad principal — economía, empleos, materias primas, etc.— estará ligada a la información y conocimiento, vitales para el desarrollo humano y profesional, a partir de la ética y el pensamiento crítico enfrentado a la nueva era educativa que se tiene con la denominada “inteligencia artificial”, y que Noam Chomsky, le llama "software de plagio", por escapar a los derechos de autor. Sin embargo, para la docencia e investigación, es un valioso recurso.

En la sociedad postmoderna, la información es un recurso esencial para la vida social y económica. La capacidad de alcanzar, procesar y difundir información es cada vez más importante para el éxito personal y profesional. Por ello, el presente y futuro de la educación debe centrarse en el desarrollo de dichas competencias.

En este contexto, la educación tradicional, basada en la transmisión de conocimientos a través de la clase magistral, se hace cada vez más obsoleta. Los estudiantes necesitan aprender a aprender por sí mismos, a seleccionar y evaluar la información, y a aplicarla en contextos reales. Para ello, la educación del futuro debe ser contextualizada y personalizada, lo que implica no tener más de 30 estudiantes por curso y poder brindar calidad educativa.

La educación superior debe evitar el populismo educativo. Los estudiantes deben tener la oportunidad de aprender a su propio ritmo y de acuerdo con sus intereses y necesidades. Adicionalmente, la educación debe ser más práctica y aplicada. Los estudiantes deben aprender a utilizar la información para resolver problemas y tomar decisiones.

En la sociedad postmoderna, el lazo social se construye a través de la tecnología, lo que no implica dejar el cara a cara fuera como fortalecimiento de las habilidades denominadas blandas. Asimismo, la educación debe fomentar el desarrollo de las competencias académicas y tecnológicas. Los estudiantes deben aprender a utilizar las tecnologías para comunicarse, colaborar y, además, compartir conocimientos. La educación del futuro debe fundamentarse: Centrada en el desarrollo de competencias. Contextualizada y personalizada. Práctica y aplicada. Focalizada en el desarrollo de las competencias digitales. La educación es un proceso complejo

que requiere de constante reflexión y renovación. En la actualidad, la sociedad se encuentra en un proceso de cambio acelerado, lo que exige que la educación superior se transforme en la práctica.

Bedoya (2008) afirma que la educación tradicional, basada en un paradigma clásico, cartesiano, mecanicista, conductista e inductivo, se ha vuelto obsoleta. Este paradigma plantea que el profesor es el centro del proceso educativo, la única fuente del saber y del conocimiento, y que los estudiantes son receptores pasivos de la información. Esta concepción de la educación es insostenible en la actualidad. La información está disponible en abundancia, y los estudiantes son capaces de aprender por sí mismos. Por ello, la educación del futuro debe ser más participativa y activa. La educación del futuro debe ser un proceso de aprendizaje y enseñanza en el que los estudiantes sean protagonistas activos. Los profesores deben ser tutores del aprendizaje, y deben coadyuvar con los estudiantes a desarrollar sus propias habilidades y competencias.


Relación docente-estudiante en la postmodernidad: una propuesta de transformación La relación docente-alumno es fundamental en el proceso de enseñanza y aprendizaje. En el contexto de la educación superior, adquiere una relevancia especial, pues se busca que los estudiantes adquieran competencias y habilidades que les permita enfrentar desafíos de la realidad y lo cotidiano. La modernidad, caracterizaba la relación docente-alumno de forma vertical y jerárquica, donde el docente era considerado experto que transmitía los conocimientos de forma unidireccional y el estudiante solamente recibía la información de forma pasiva, lo cual ya no es adaptable en la sociedad cambiante y compleja. Dentro de este contexto, la relación docente- alumno se ha transformado a una más horizontal y colaborativa, donde el docente es un acompañante del aprendizaje y el estudiante tiene un papel más activo, el cual debe asumir con

responsabilidad.


Modernidad: profesor-alumno

REFERENCIAS

Appadurai, A. (1996). Modernidad y diversidad cultural. Buenos Aires: Paidós.

Bunge, M. (2014). Ciencia y universidad. En Ciencia, técnica y desarrollo (pág. 85). México: Siglo XXI Editores.

Díaz, E. (2005). Cacería de ángeles. En E. Díaz, Posmodernidad (pág. 11). Buenos Aires: Editorial Biblos.

Freire, P. (1997). Cartas a quien pretende enseñar. México: Siglo XXI Editores.

Larrosa Martínez, F., (2010). Vocación docente versus profesión docente en las organizaciones educativas. Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 13 (4), 43-51.

Lyotard, J.-F. (1984). La condición posmoderna. Madrid: Cátedra.

Machicaco Quispe, J. (2017). El hábito de lectura en los estudiantes universitarios. Revista de Investigación Educativa, 35(1), 101-112.

Martín, M. M. (2006). Formación para la ciudadanía y educación superior. Revista Iberoamérica de Educación, 42, 85-102.

Morin, E. (2000). Los tres grados. En E. Morin, La mente bien ordenada (pág. 101). Barcelona: Seix Barral.

Toffler, A. (1970). El shock del futuro. Plaza & Janés Editores, S.A. p. 302.